"Si entendemos las leyes de la naturaleza no como un contenido, sino como una vivencia, estaremos percibiendo en lo sensorial lo espiritual."

 Martin Schluter


"Sólo un centro que ofrece calor y luz puede ser entendido como punto de partida del cruce consciente de las fronteras; de otra manera el cruce es vivenciado como una imposición debida a la necesidad de nuestra época, y no estamos preparados."

"El Hombre en el Umbral" Bernard Lievegoed.

Fever Ray 'When I Grow Up'


De mayor quiero ser como él :)

Esto es no confundir valor con precio.

CARTA DEL JEFE INDIO SEATTLE AL PRESIDENTE DE EEUU (1819)

El gran jefe de Washington ha mandado hacernos saber que quiere comprarnos las tierras junto con palabras de buena voluntad. Mucho agradecemos este detalle porque de sobra conocemos la poca falta que le hace nuestra amistad. Queremos considerar el ofrecimiento porque también sabemos de sobra que, si no lo hiciéramos, los rostros pálidos nos arrebatarían las tierras con armas de fuego.

Pero, ¿cómo podéis comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esta idea nos resulta extraña. Ni el frescor del aire ni el brillo del agua son nuestros. ¿Cómo podrían ser comprados? Tenéis que saber que cada trozo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. La hoja verde, la playa arenosa, la niebla en el bosque, el amanecer entre los árboles, los pardos insectos... son sagradas experiencias y memorias de mi pueblo. Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra cuando comienzan el viaje a través de las estrellas. Nuestros muertos, en cambio, nunca se alejan de la tierra, que es la madre. Somos una parte de ella y la flor perfumada, el ciervo, el caballo y el águila majestuosa son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el hombre: todos pertenecen a la misma familia.

El agua cristalina que corre por los ríos y arroyuelos no es solamente agua, sino que también representa la sangre de nuestros antepasados. Si os la vendiésemos, tendríais que recordar que son sagradas y enseñarlo así a vuestros hijos. También los ríos son nuestros hermanos porque nos liberan de la sed, arrastran nuestras canoas y nos procuran los peces. Además, cada reflejo fantasmagórico en las claras aguas de los lagos cuenta los sucesos y memorias de la vida de nuestras gentes. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre. Sí, gran jefe de Washington: los ríos son nuestros hermanos y sacian nuestra sed, son portadores de nuestras canoas y alimento de nuestros hijos. Si os vendemos nuestra tierra, tendréis que recordar y enseñar a vuestros hijos que los ríos son nuestros hermanos y que también lo son suyos. Y por lo tanto deben tratarlos con la misma dulzura con que se trata a un hermano.

Por supuesto que sabemos que el hombre blanco no entiende nuestra forma de ser. Tanto le da un trozo de tierra u otro, porque no la ve como hermana, sino como enemiga. Cuando ya la ha hecho suya, la desprecia y sigue caminando. Deja atrás la tumba de sus padres sin importarle. Secuestra la vida de sus hijos y tampoco le importa. Tanto la tumba de sus padres como el patrimonio de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano, el firmamento, como objetos que se compran, se explotan y se venden como ovejas o cuentas de colores. Su apetito devora la tierra dejando detrás sólo un desierto.

No lo puedo entender. Vuestras ciudades hieren los ojos del hombre de piel roja. Quizá sea porque somos salvajes y no podemos comprenderlo. No hay un solo sitio tranquilo en las ciudades del hombre blanco. Ningún lugar donde se pueda escuchar en la primavera el despliegue de las hojas o el rumor de las alas de un insecto. Quizás es que soy un salvaje y no comprendo bien las cosas. El ruido de la ciudad es un insulto para el oído. Y yo me pregunto: ¿qué clase de vida tiene el hombre que no es capaz de escuchar el grito solitario de la garza o la discusión nocturna de las ranas alrededor de la balsa? Soy un piel roja y no lo puedo entender. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque así como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado con aromas de pinos.

Cuando el último piel roja haya desaparecido de esta tierra, cuando no sea más que un recuerdo su sombra, como el de una nube que pasa por la pradera, entonces estas riberas y estos bosques estarán poblados por el espíritu de mi pueblo. Porque nosotros amamos este país como ama el niño los latidos del corazón de su madre.

Si decidiese aceptar vuestra oferta tendré que poneros una condición: que el hombre blanco considere a los animales de estas tierras como hermanos. Soy un salvaje y no comprendo otro modo de vida.

Tengo vistos millares de búfalos pudriéndose abandonados en las praderas, muertos a tiros por el hombre blanco desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo cómo una máquina humeante puede importar más que el búfalo al que nosotros matamos sólo para sobrevivir.

¿Qué puede ser del hombre sin los animales? Si todos los animales desapareciesen, el hombre moriría en una gran soledad. Todo lo que le pasa a los animales muy pronto le sucederá también al hombre. Todas las cosas están ligadas.

Debéis enseñar a vuestros hijos que nosotros hemos enseñado a los nuestros que la tierra es nuestra madre. Todo lo que ocurre a la tierra le ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, se escupen a sí mismos.

De una cosa estamos bien seguros: la tierra no pertenece al hombre, es el hombre el que pertenece a la tierra. Todo va enlazado, como la sangre que une a una familia. Todo va enlazado. El hombre no tejió la trama de la vida. Él es sólo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a sí mismo. Ni siquiera el hombre  blanco, cuyo Dios pasea y habla con él de amigo a amigo, queda exento del destino común. Después de todo, quizás seamos hermanos. Ya veremos.

Sabemos una cosa que quizá el hombre blanco descubra algún día: nuestro Dios es el mismo Dios. Vosotros podéis pensar que ahora Él os pertenece lo mismo que deseáis que nuestras tierras os pertenezcan. Pero no es así. Él es Dios de todos los hombres y su compasión alcanza por igual al piel roja y al hombre blanco. Esta tierra tiene un valor inestimable para Él y si se daña provocaría la ira del Creador.

También los blancos se extinguirán, quizás antes que las demás tribus. El hombre no ha tejido la red de la vida. Sólo es uno de esos hilos y está tentando a la desgracia si osa romper esa red. Todo está ligado entre sí como la sangre de una misma familia. Si ensuciáis vuestro lecho, cualquier noche moriréis sofocados por vuestros propios excrementos.

Pero vosotros caminaréis hacia la destrucción rodeados de gloria y espoleados por la fuerza de Dios, que os trajo a esta tierra y que por algún designio especial os dio dominio sobre ella y sobre el piel roja. Ese designio es un misterio para nosotros, pues no entendemos por qué se exterminan los búfalos, se doman los caballos salvajes, se saturan los rincones secretos de los bosques con el aliento de tantos hombres y se atiborra el paisaje de las exuberantes colinas con cables parlanchines.

¿Dónde está el bosque espeso? Desapareció.

¿Dónde está el águila? Desapareció.

Así se acaba la vida y sólo nos queda el recurso de intentar sobrevivir.


2 años viviendo en una secuoya.

Julia Butterfly en la copa de Luna, una secuoya de 60 metros de altura.
Esta historia la lei por casualidad cuado tenia 12 o 13 años, era un listening del libro de inglés del instituto. A pesar de que era un muy breve resumen y aunque no controlaba demasiado el inglés, a medida que leía y traducía tuve que disimular y escoderme para que mis compañeros de clase no se dieran cuenta de que me era imposible contener las lágrimas.


"Luna es una de las milenarias secuoyas del bosque de la ciudad de Stanford en California. A finales de 1997 la Pacific Lumber Company irrumpió en la arboleda de 60 mil hectáreas para iniciar la deforestación de uno de los ecosistemas más importantes de la zona. Julia Butterfly Hill, una activista de 23 años, decidió interrumpir lo inevitable y encaramándose al árbol impidió la inminente tala. Pasó 738 días entre sus ramas y sin poner un solo pie en tierra obligó a la compañía maderera, tras durísimas negociaciones, a indultar el árbol y a todos sus hermanos cercanos. “Nadie tiene derecho a robar al futuro para conseguir beneficios rápidos en el presente. Hay que saber cuándo tenemos suficiente…” Julia Butterfly Hill en su libro “El legado de Luna”.
La vida en el árbol fue muy dura y cambió por completo a Julia. La idea era estar dos semanas hasta el relevo de un compañero. Pero éste nunca se produjo. Un pequeño equipo le suministraba con cuerdas y poleas los víveres necesarios para la travesía, incluyendo unos pequeños paneles solares para cargar el móvil con el que organizaba las entrevistas, captar adeptos para la causa o incluso hablar en directo con el senado norteamericano. Su pequeño hogar, a 50 metros de altura, consistía en una plataforma de 3 metros cuadrados cubierta por una lona impermeable, un pequeño hornillo, un cubo con una bolsa hermética para hacer sus necesidades y una esponja con la que recogía el agua de lluvia o nieve para lavarse.

-“[…] Sí, la Pacific Lumber comenzó entonces a talar árboles a mi alrededor. Aparecieron helicópteros que me echaban chorros de agua. Quemaron los bosques durante seis días, el humo destrozó mis ojos y mi garganta, y me llené de ampollas. Luego montaron guardias día y noche para que no me pudieran suministrar comida. Acabe amargada, chillando, dando golpes, al borde de la locura. […] Para consolarme pensaba en las familias de Stanford que a causa de la tala del bosque se inundaron y se quedaron sin casa… “ Julia Butterfly Hill . Entrevista para ‘La vanguardia’ Extracto del documental “Luna” (imágenes reales de la aventura). Earth Films


Pero lo peor estaba por llegar. En el invierno de 1998 una impresionante tormenta de más de dos semanas estuvo a punto de separar a Julia de Luna. Vientos racheados acabaron con la lona y empujaron a Julia hacia el vacío. Abrazada a la secuoya y próxima a la rendición, escuchó “la voz de la luna” recordándole que “sólo las ramas que son rígidas se rompen”. Abandonó entonces el apoyo estable para agarrar la inmadurez y flexibilidad de las verdes ramas más jóvenes que fueron las que, a la postre, resistieron el envite y con ello salvaron la vida de Julia.

Salvar esa tormenta supuso un cambio de actitud. Julia se deshizo del arnés y de los zapatos y se fundió con su entorno alcanzando su apogeo espiritual. No iba a volver a vivir con miedo. Una importante dolencia de origen vírico en los riñones la encaró de manera simbiótica, medicándose con extractos de plantas cercanas suministradas por su equipo. Conocía cada insecto, cada rincón de Luna y esto le permitió encarar con certeza y ventaja psicológica la negociación con los deforestadores que dejaron por entonces de llamarla “eco-terrorista”.
Grapas para sanar la herida provocada por los deforestadores que intentaron talarla.
El tiempo fortaleció la imagen activista de Julia y poco a poco fue ganándose el respeto y los apoyos de muchas organizaciones ecologistas y de los medios. El desfile de famosos que subieron al árbol a visitarla (Bonnie Raitt, Joan Báez o Woody Harrelson) fue tan grande como el impacto mediático del desafío.
El 18 de diciembre de 1999 Julia descendió de Luna con las manos verdes del musgo y los pies encallecidos, en medio de una gran ceremonia. Culminó con éxito las negociaciones con la maderera quién se comprometió no sólo a respetar a Luna y todos los árboles cercanos en un radio de 60 metros, sino a incluir una política medioambiental en todos sus futuros trabajos.

La exitosa empresa de Julia ha ayudado a prestigiar a toda una generación olvidada para el activismo verde tan de moda en los 60’s. La fortaleza física y mental que puede proporcionar el reto de conseguir los propios ideales debe ser ejemplarizante y suficiente para desenmascarar otras actitudes de pancarta y cacerola tan incoherentes como egoístamente confortables."

Fragmento del documental "Luna" que narra la gesta de Julia Butterfly


FOTOGRAMAS: "Dancer in the Dark"




Björk
Lo he visto todo
He visto los árboles
He visto las hojas del sauce
Bailando en la brisa

Yorke
He visto a un hombre muerto
a manos de su mejor amigo,
Y las vidas que se perdieron
pertenecieron antes a alguien.

Björk y Yorke

He visto lo fuí
se lo que voy a ser
Lo he visto todo
No hay más que ver

Yorke
Usted no ha visto los elefantes
Reyes o Perú

Yorke

Estoy feliz de decir
que tenía cosas mejores que hacer
 
Björk
¿Qué pasa con China?
¿Has visto la Gran Muralla?

Björk
Todas las paredes son estupendas
Si evitan que el techo se caiga


Yorke
Y el hombre con el que te cases
y la casa que compartas

Björk
Para ser honesta
Realmente no me importa

Yorke
Usted nunca ha visto
Las Cataratas del Niágara

Björk
He visto el agua
Es agua, eso es todo

Yorke
La Torre Eiffel
El Empire State

Björk
Mi corazón alcanzó lo más alto
en mi primera cita

Yorke
Y su nieto cogiéndole la mano
Mientras juega con su pelo

Björk
Para ser honesta
Realmente no me importa

Björk y Yorke

Lo he visto todo
He visto la oscuridad
He visto el brillo
En una pequeña chispa
He visto lo que he elegido
Y he visto lo que necesito
Y eso es suficiente
Querer más sería avaricia
He visto lo que fui
Y sé lo que voy a ser
Lo he visto todo
No hay más que ver

Yorke
Usted lo ha visto todo
Y todo lo que ha visto
Usted siempre puede revisar en
su propia pequeña pantalla
La luz y la oscuridad
Lo grande y lo pequeño
Hemos de tener en cuenta
No necesitas nada más

Björk y Yorke

Usted ha visto lo que fue
Y saber lo que va a ser
Usted lo ha visto todo
No hay más que ver